Reflexiones varias sobre este mundo verde

viernes, 20 de enero de 2012

Desde que la electricidad llegó...

En el año 1886 Girona se convirtió en la primera ciudad de nuestro país en disponer de un alumbrado público. Entonces nuestros bisabuelos estaban acostumbrados a vivir sin enchufes. Eran otros tiempos.

Han pasado ciento veintiséis años desde entonces y a pesar de que la llegada de la electricidad era el primer síntoma de la revolución tecnológica que vendría, seguramente ninguno de nuestros antepasados podía imaginar hasta qué punto cambiaría nuestra vida. Teléfono sin cables, cartas sin sobre, periódicos sin papel... Eso tan sólo son unos pocos puntos de la interminable lista de detalles que, día tras día, hacen más cómoda nuestra cotidiana existencia.

¿Pero qué ocurriría si un día no existiera la electricidad? ¿Somos realmente conscientes de que la corriente no es ilimitada? Vivimos rodeados de enchufes sin ser conscientes de que la autopista eléctrica continúa más allá de los cables del cargador de nuestro móvil...  

Tal vez nos ayudara que el contador de la luz no estuviera en esa caja de la entrada que sólo miramos de vez en cuando y para apuntar sus seis dígitos sin demasiada atención. Me gustaría saber cuánta energía gastamos en cada pequeña acción que realizamos. Así realmente podríamos decidir dónde podemos ahorrar y dónde no.

2 comentarios:

  1. Hay unos contadores baratos que los puedes enchufar y te miden el consumo eléctrico de lo que esté enchufado. El problema es que no es práctico ponerlo en todos los enchufes. La verdad es que no sería muy difícil en una casa nueva poner.

    Luego hay otras cosas de la vida cotidiana occidental que consumen muchísima energía y que es casi imposible medir. Por ejemplo, para poner un filete de 500 kcal calorías puede que se haya consumido unas 40,000 kcal con el transporte, alimentación de la vaca, cocinado...

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  2. Sí, ya he visto esos contadores que dices... Cuestan unos 80 euros pero tampoco tenían pinta de ser muy prácticos.

    Lo del contador es más bien simbólico, quizás simplemente con una frase tipo "si pones dos minutos tu microondas estás gastando tanto" nos podríamos hacer mejor la idea. Llegado un punto tendremos que decidir si queremos tener una central nuclear o unas placas solares, o que realmente merece la pena pagar por electrodomésticos más eficientes, no sé hasta qué punto somos conscientes de la cantidad de energía que necesitamos para vivir. Es como comprar un coche que no sabes cuánta gasolina gasta...

    Y eso sin contar lo que dices del transporte en la alimentación...

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